La quiebra de la naviera Hanjin deja millones de euros navegando a la deriva

La suspensión de pagos de la empresa surcoreana, síntoma del mal momento del comercio internacional, deja a decenas de barcos sin acceso a los puertos. Dentro de los contenedores que transportan los buques de Hanjin, la séptima naviera del mundo, hay todo lo imaginable: televisores, ropa, muebles, alimentos,… una infinidad de productos que difícilmente llegarán a su destino. Más de la mitad de la flota de esta empresa surcoreana, de unos 140 barcos, está varada en los mares del planeta tras anunciar la semana pasada que se acoge a la suspensión de pagos debido a la falta de liquidez

acg-quiebra-naviera-hanjin2

Ante el temor a no cobrar, ningún operador portuario quiere aceptar sus enormes buques y ni siquiera ofrecerle combustible. Se estima que dentro de la flota fantasma hay mercancías por valor de casi 13.000 millones de euros, según datos de la Asociación de Comercio Internacional de Corea del Sur. Las empresas que han confiado en la naviera temen que sus productos se estropeen, no poder cumplir con los plazos de entrega acordados o hasta que alguno de los acreedores de Hanjin incaute los buques como garantía de pago, como ya ha pasado en Singapur. Todo esto dependerá de si el gigante surcoreano consigue los fondos necesarios para superar la mayor crisis de su historia.

La primera caída de uno los grandes del transporte marítimo refleja la situación del sector en los últimos años: muchos barcos para pocas mercancías. Hanjin tiene una deuda que supera los 4.500 millones de euros y desde 2011 ha registrado pérdidas de forma ininterrumpida. La compañía se embarcó en un ambicioso plan de expansión cuando el crecimiento del comercio internacional no parecía tener fin con el objetivo de aumentar su capacidad, pero estas previsiones no se cumplieron. Con la ralentización de la economía mundial, el sector se ha visto azotado por una caída de la demanda. De hecho, muchas de las grandes empresas de la industria han tenido que fusionarse para sobrevivir.

«Frente a la competencia feroz, las compañías navieras empezaron una dura guerra de precios en vez de apostar por la innovación y la mejora de su servicio. Querían un precio más bajo para ganar cuota de mercado, aunque este estuviera por debajo de los costes. Entonces empezaron a depender del apoyo de las entidades financieras. Hanjin, particularmente, quiso expandirse demasiado», explica Zhang Shouguo, vicepresidente de la Asociación China de Armadores.

A principios de mes, los acreedores de la naviera -liderados por el Banco de Desarrollo de Corea- rechazaron un plan de ajuste y de rescate que elaboró la propia compañía al considerar que no era suficiente. Entonces decidieron cerrar el grifo de la financiación y pidieron a la compañía matriz, propiedad también de la aerolínea Korean Air, que contribuyera a su salvación. Los buques de Hanjin que entonces estaban navegando en aguas internacionales vieron cómo numerosos puertos se negaron a operar con ellos, entre ellos el de Valencia. Muchos siguen en la actualidad dirigiéndose hacia los destinos programados sin garantías de que su entrada a puerto se autorizará; otros simplemente están anclados fuera de las terminales a la espera de instrucciones.

La matriz ha prometido aportar 80 millones de euros, un tercio de los cuales procederán de los activos personales del consejero delegado de la compañía, Cho Yang-ho, para ayudar a resolver la situación de estos barcos. Con esta cifra, sin embargo, no es suficiente para que Hanjin pueda pagar sus facturas pendientes.
El juzgado a cargo del caso ha pedido a la compañía que presente un plan de viabilidad el próximo 25 de noviembre y después decidirá si su continuidad es posible -aunque bajo un estricto plan de ajuste- o si se procede a la liquidación. La compañía cuenta con una plantilla de 1.500 personas. Sus acciones han perdido casi dos tercios de su valor en el último año.